8.3.14

Carson McCullers

 
(Columbus, Georgia, 1917-Nyack, Nueva York, 1967)

«—Fue así —continuó el hombre—. Soy una persona que se impresiona mucho con las cosas. Durante toda mi vida, una cosa tras otra me han impresionado: la luz de la luna, las piernas de una chica bonita… Una cosa tras otra. Pero la cuestión es que, cuando había disfrutado de algo tenía una sensación extraña, como si estuviera dentro de mí andando suelta. Nada parecía llegar a terminarse ni a encajar con las otras cosas. ¿Mujeres? Ya tuve mi ración de ellas. Es lo mismo. Después, quedaban vagando sueltas en mí. Yo era un hombre que no había amado nunca.
Cerró los párpados muy despacio y el gesto fue como la caída del telón cuando termina un acto en el teatro. Cuando habló de nuevo tenía la voz excitada y las palabras venían deprisa; los lóbulos de sus orejas grandes y sueltas parecían temblar.
—Luego encontré a esta mujer. Yo tenía cincuenta y un años; ella siempre decía que tenía treinta. La encontré en una estación de servicio y nos casamos a los tres días. ¿Y sabes cómo nos fue? No puedo ni decírtelo. Todo lo que siempre había sentido estaba reunido alrededor de esta mujer. Ya no había más cosas sueltas dentro de mí, todo estaba concluido en ella.»
«Un árbol, una roca, una nube», La balada del café triste


The Ballad of the Sad Café (1951)